El pasado viernes fue un día histórico para el mundillo jugón, ya que por primera vez coincidieron en la pista de lanzamiento dos títulos pertenecientes a las sagas más taquilleras del sector: «Mario» y «Zelda» (entre ambas, 300 millones de videojuegos vendidos en todo el mundo, que se dice pronto).
Nintendo estaba de enhorabuena y nosotros, naturalmente, también. Vayamos por partes. El primero, por supuesto, es el esperadísimo «The legend of Zelda: Skyward Sword», broche de oro a los fastos del 25 aniversario de una franquicia mítica.
Y no podía tener mejor guinda la cosa, ya que al éxito de público se ha enlazado con un unánime aplauso crítico que le coloca codo con codo con otra gloria de la casa: el imperecedero «Ocarina of time». Aquí, el círculo se cierra con un touché certero, ya que buena parte de su ADN llega desde el filo de su espada mágica, a la que podremos dar vida gracias al nuevo y flamante mando Wii Plus dorado, varita encantada para seguir las evoluciones de Link en una fantástica aventura en la isla flotante Altárea, donde nos encontraremos con nuevos retos, amigos y villanos, todo ello con un portentoso entramado gráfico casi postimpresionista y una banda sonora emocionante. Bravísimo.
Y en la otra esquina, «Super Mario 3D Land», otra obra maestra del fontanero bigotudo en la que, tirando del hilo del no menos memorable «Super Mario 64», pone patas arriba los límites de la 3DS con un plataformas clásico (ocho mundos con seis niveles cada uno, aunque la rejugabilidad es total, así que nada de fiarse de la sencillez inicial) con más colorido e imaginación que nunca. Tanto que a veces parece un cuadro de Escher, por lo que habrá que echar un vistazo general al escenario con unos prismáticos para elegir el camino correcto. Estupendas habilidades (ojo al Mario zorruno o al heli-Mario) y múltiples sorpresas y pasadizos para un título a la altura del crack.
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