Cinco duritos

Justamente así, «Cinco duritos», se llamaba una de las secciones más jugosas de la primera etapa de FINAL FATALITY (igual algún veterano la recuerda, porque por desgracia el archivo del blog, desde su fundación un 16 de febrero de 2007, anda por el limbo virtual), en evidente alusión a las monedas que se gastaban como pipas de calabaza durante la edad dorada de los salones recreativos, desde finales de los 70 a comienzos de los 90. Ah, la nostalgia, ese cuchillo derretido dentro de nuestra memoria que a veces nos propina alguna puñaladita traicionera. Sin ir más lejos, casi todos los días mientras enfilo caminito hacia el autobús 146 y paso por la madrileña plaza de Manuel Becerra, o de Roma, y miro de reojo un supermercado de esos «express» en el hueco donde durante décadas se encontraba el Cañapark, uno de los clásicos del barrio. Precisamente tomé la foto de arriba (con la flamante 3DS, por cierto) en mayo del año pasado, cuando ya nos olíamos la tostada de que la reforma pertinente no traería nada bueno (jugonamente hablando, claro). El signo de los tiempos, ya se sabe. Ahora, los pocos salones recreativos que quedan en España agonizan, a la altura de figurantes con frase (ni siquiera secundarios de postín) en pequeñas ciudades costeras y en centros comerciales de extrarradio. Algunos, tras pasar fugazmente por la fiebre también extinta de los cibercafés para juegos en red, se han reconvertido en locales de apuestas deportivas o en cavernas de tragaperras (como la vecina sala Roma 83), y otros aún no han encontrado descanso eterno, y vagan amortajados por el mismo carril zombi de la desdicha que algunos cines caput, primos hermanos en su cruel destino. Eso sí, el fanático de estos xanadús puede reverdecer laureles con solo coger un avión y aterrizar en Japón o en Rusia, donde se encuentra la cara y la cruz tecnológica de este arte. ¿Qué, algún recuerdo memorable de aquellas máquinas alimentadas por alpiste a cinco duritos y de la pinturera fauna que las merodeaba? Cuenta, cuenta, que estamos entre colegas de futbolín…

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