Decíamos ayer que la nostalgia puede tener mucho peligro. Hoy, insistimos.A un ingeniero hijo de la Gran Bretaña (como largaban Tip y Coll, ¿o era Chumy Chúmez? Ah, no, que ese acuñó lo de «hijo de perra adoptivo» en Hermano Lobo; bueno, da igual) llamado Ben Allen no se le ha ocurrido mejor cosa para salir en algunos chiringuitos digitales que fabricarse un mando de la entrañable NES modelo XXL. Envidentemente, el muchacho ha ido al libro Guinness derechito. ¿Por qué hace la gente estas tonterías? ¿No viajamos ya estúpidamente a la Luna hace la tira para volvernos con el rabo entre las piernas y la saca llena de pedruscos? ¿Y no hemos quedado en que el tamaño no importa, dependiendo de la holgura del receptor? ¿Y para qué un mando solamente? ¿Habrá que construir para el año que viene una consola del tamaño de un trolebús? De todas formas, el terreno está abonado desde hace tiempo, ya que existe una edición especial de tan siniestro librito especialmente orientado a los videojuegos. Yo tengo la de 2009 (¿tal vez la última?), y la verdad es que no está del todo mal ya que, aparte de las cuatro friquidades de rigor, plantea una cronología histórica del sector completita, y una serie de datos de los títulos y franquicias claves que no viene mal tener a mano, sobre todo para algún que otro post socorrido (porque, por si no lo habéis notado, ya vamos a entrada por día, laborable, claro; acto reflejo del cierre de ABC en Clase y mi sección de los martes, que mantuve 8 añazos). En fin, que los récords no están para superarlos, sino para reírse de ellos. Bueno, de algunos no.
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