El afro cascarrabias de John McEnroe nos saluda desde la portada (edición vintage, al menos) de «Grand Slam Tennis 2» (aunque en su primera entrega, hace tres años, parecía el mismísimo Darnell Hillman), sentando las bases de su filosofía de juego: un tenis agresivo, desmelenado y algo yeyé, en el buen sentido. Vieja escuela ochentera, que seguramente no sirva de combustible para algún utilitario híbrido, como los muñegotes malasombra gabachos, pero sigue siendo oro puro para el espectador y, cómo no, jugador. EA Sports concede un segundo set a una franquicia que, como es marca de la casa, sube a la red con alegría arcade y sin irse por las salomónicas ramas simuladoras. Raquetazo limpio y showtime. Y sin engañar a nadie. ¿Anuncias «Grand Slam» en el título? Pues Grand Slam tienes en el juego: Australia, Roland Garros, US Open y Wimbledon. Ni más ni menos. Bueno, también hay partido rápido, modo de entrenamiento y una tajada histórica donde recrearemos 25 partidos históricos (recientes, eso sí) para solaz de los aficionados. De Borg a Federer y de McEnroe a Nadal, sin olvidar a la sección femenina (todos, con un realismo gráfico y de estilo de juego apabullante). En total, una veintena generosa de cracks. Pero quizá lo más interesante del título, aparte de incluir soporte PS Move en su versión PlayStation 3, es su sistema de inteligencia artificial mejorado (bautizado como P.R.O., Profesional, Realista y Orgánico) y su control directísimo a base de los gatillos del mando, aunque haya que practicar un pelín, no digamos con los golpes de efecto. Eso, y el ambientazo y subidón de jugar una finalísima sinfónica en la Pista Central de Wimbledon, experiencia casi religiosa. Dos pulgares arriba.