«Jane’s Advance Strike Fighters» , volando vengo

El subgénero aviador es uno de los más pintones y pintureros de la historia de los videojuegos, simuladores virtuales, ingenios arcade y demás hierbas supersónicas. ¿Quién no ha soñado con ponerse a los mandos de un majestuoso pájaro de acero y atizar pepinazos a algún que otro cuervo y buitre con alas carcomidas? En este sentido, la serie «Jane’s Combat Simulations» se ha llevado no pocos honores y chapitas desde que levantara el vuelo allá por 1994 de la mano de Electronic Arts. Ahora, una década después de reponer combustible, vuelve a alzar las alas con «Jane’s Advance Strike Fighters», una bonita y entrañable revisión de tal señera franquicia en la que controlaremos a más de 30 clases de aviones diferentes, incluidos los reactores caza soviéticos MiG-21 y MiG-29, así como el F-4 Phantom II o uno de nuestros preferidos, el sigiloso y «utilitario» F-35 Lightning II.
Con semejante flotilla, bien cargada de armamento y metralla hasta los dientes, recorreremos los peligrosos cielos, y no menos peliagudos valles y parajes, de Azbaristán, un imaginario polvorín báltico que bien podría servir de localización para que la Jolie plantara el trípode de «En tierra de sangre y miel 2». Con vocación de vuelo rasante, el juego no se encarama a las ramas de complejos tableros de mandos y ofrece un reguero de 16 misiones directas, concisas y sencillas que se pasan en un santiamén, aunque el multijugador online para otros 16 pilotos le da una dimensión extra a la cosa. Unos escenarios con 65.000 kilómetros cuadrados bien dispuestos para la lluvia de misiles, un control sobrio y estricto (nada de piruetas circenses), una vertiente táctica de lo más instintiva y un supersonido combatiente le imprimen velocidad a un título con sabor clásico y reivindicativo del género, algo que se agradece (siempre que no se trate de «Top Gun 2», claro).

PD. Por cierto, este fin de semana, en el Centro Comercial H20 de Rivas, tras cinco meses de competición online, tendrá lugar la Liga de Videojuegos Profesionales (LVP), el mayor evento en el sector en España. Siete finales, 150 participantes y más de 25.000 euros en premios son sus poderes. Un evento al que no hay que dejar de lado, ni mucho menos.

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