«Inazuma Eleven 2», pequeño gran fútbol

Ah, la magia y la épica del fútbol de patio de colegio, en todas sus variantes, desde el embarullado gol regate polvoriento hasta la fotogenia sacramental de los «Seminaristas jugando al fútbol» captados por Ramón Masats. No es de extrañar que todo lo que rodea a esta disciplina esté tan mitificado, incluyendo series como «Oliver y Benji», que sigue coleando en formato DVD. Ahora, con ese espíritu chisgarabís (qué simpática palabra) nos llega «Inazuma Eleven 2: Tormenta de Fuego y Ventisca Eterna», continuación del espléndido arcade balompédico para la DS que tantos fans ha reclutado, empezando por su serie televisiva. Nada menos que 126.000 unidades vendió la primera parte, un fenómeno solo comparable a «Pokémon». Ahora, con el listón más alto y rivales más peligrosos, acompañaremos a Mark Evans a formar su equipo de élite con una misión peligrosa: si pierden con la temible Alius Academy, sus contrincantes invadirán la Tierra. Toma ya.

La nueva entrega añade aún más retos, empezando por 500 jugadores nuevos a los más de mil de la primera versión, e incluyendo 150 únicos y cantidad equipos distintos a los que tendremos que enfrentarnos, con sus habilidades y movimientos específicos y todo. En lo referente a mecánica de juego, siguiendo la línea de su predecesor, las dos nuevas versiones combinan lo mejor de los juegos de rol con la acción del fútbol, permitiéndonos controlar todos los movimientos de los jugadores con el stylus.

Otro detalle a destacar es el modo multijugador en el que hasta cuatro jugadores podrán enfrentarse con sus respectivos equipos, incluyendo a aquellos que tengan la primera entrega de «Inazuma Eleven». Así, si reclutar a tus jugadores en la primera versión del juego ya costó sudar tinta, al menos podremos usarlos en la segunda entrega, aunque haya que ficharlos desde la segunda entrega usando dos consolas. Unos gráficos con genuino sabor manga y llenos de espectáculo cartoon, un argumento plagado de regates y requiebros, y mucho showtime en cada rincón del cartucho rematan por la escuadra un título que, desde luego, será el pichichi de los patios de recreo de medio mundo, aunque sea mientras se chupa banquillo.

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