Acaba de desbancar a «Max Payne 3» en la lista de ventas de Reino Unido y no nos extraña lo más mínimo, aunque no estaría mal un cara a cara y fusil a fusil entre el Tarzán de las favelas y nuestro juego de hoy, «Ghost Recon: Future Soldier». Y más mérito tiene aún porque Ubisoft le ha echado un par de bemoles y ha dado un buen volantazo a sus best-sellers de la subsaga «Advance Warfighter» planteando un shooter en tercera persona con un componente táctico notable y unos nervios de acero muy templado. Esto es, el siempre peliagudo equilibrio entre soliviantar a los incondicionales con un cambio de base, e intentar captar nuevos seguidores a base de guiños a «Call of Duty», pero con fundamento (aunque a veces pueden surgir mosqueos, como con el modo a pantalla partida). Una jugada a dos bandas y con tapete trucado, vamos. Eso sí, la esencia del «soldado fantasma» sigue siendo la misma de siempre: ejecutar con arte y sigilo casi ninjas sus misiones a lo largo y ancho del globo (África, Europa del Este, el Ártico, Sudamérica…) y salir de escena sin ser visto. Si a esto le unimos que la historia tiene lugar en 2014, tendremos un buen puñado de tecnología a nuestro alcance, desde camuflaje óptico a Cross Com (información de inteligencia mostrada a tiempo real).
Varios modos de juego, desde el Campaña con 12 misiones y 12 horas de duración, hasta el oceánico multijugador o el Gunsmith con armas para «mayores», redondean una experiencia bélida que cuenta con un chasis también brillante, gracias a las 250 animaciones disponible y a unos gráficos y escenarios al máximo detalle. Eso, y un amplio abanico de vehículos, complementos, extras, variantes, opciones alternativas y demás bolsillos en el chaleco metálico. Lo dicho, a afinar el AK 47, el MK, el M40 A5 y demás juguetitos con nombres de autovías y cincurvalaciones porque, como dice el eslógan del juego, «solo los muertos pelean de forma justa». Ahí queda eso.
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