Ah, pensar lo monos que son los dragoncitos de peluche de la princesa rubia de «Juego de tronos», y lo bestiajos y mutantes que lucen aquí… Pero encantados de la vida, ¿eh? Porque «Dragon’s Dogma» nos devuelve la humareda y el olor a azufre de los juegos clásicos del subgénero draconiano. Por algo quien se les sube al lomo y bate las alas es Capcom, un viejo guerrero del sector que sigue sorprendiendo agradablemente con el paso de los años y las décadas. Así, tenemos un mundo fantástico y oscuro abierto en canal a nuestra disposición en el que podremos realizar innumerables actividades, tareas y misiones. Como siempre, primero elegiremos un personaje estándar, lo editaremos a nuestro capricho, le daremos oficio y beneficio (luchador, mago explorador, arquero, asesino…), y lo lanzaremos a un territorio muy comanche donde campan dragones y bestias tan luciferinas como el grifo, el trasgo, la hidra, la quimera (esta es la reoca, con cabeza de león, cabeza bis de cabra y cola de serpiente), el Golem (no confundir con el cine), la harpía, saurios, lobos, cíclopes y demás bestiario que dejaría tiritando a Conan y San Jorge juntos.
Afortunadamente, el bando humano también tiene personajes con valor y currículo, como Quina la curandera, la delicada Aelinore, el malvado Elysion y hasta el bufón Feste, porque con este panorama no viene mal echar unas risas. Una historia muy bien armada, un montón de opciones y posibilidades y muchas batallas memorables garantizan horas de apasionante aventura con sello clásico. Un estupendo título de Capcom antes de pasar a su plato fuerte del año, «Resident Evil 6».
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