«Juego de Tronos», más cerebro que músculo

No necesita presentación: sencillamente, es el mayor fenómeno televisivo en la época de los fenómenos televisivos. «Juego de Tronos» lo tiene prácticamente todo. Todo, menos un videojuego a la altura de sus circunstancias y que haga olvidar el desangelado «Genesis» que salió a finales del año pasado. Pues he aquí, ya que el mismísimo George R. R. Martin, autor de la saga literaria original «Canción de Hielo y Fuego» ha puesto todos los sentidos en esta adaptación, cuidadosamente fabricada (tres añitos de desarrollo) y que tiene la virtud de recorrer algunos caminos poco trillados de su vasto argumento. Concretamente, nos centraremos en dos misiones: la protagonizada por Mors, hermano de la Guardia de la Noche, y el Sacerdote Rojo Alester. Con 30 horas de juego para recorrer libremente los vericuetos de El Muro, el Castillo Negro, Desembarco del Rey y la Fortaleza Roja, «Juego de Tronos» nos permte explorar fronteras casi inéditas de la franquicia y toparnos con viejos conocidos como algún rubiales Lannister.

Y es que en este RPG se interactúa cosa fina (a veces quizá demasiado) con cientos de líneas de diálogo y opciones para elegir tu propia aventura que priman sobre los combates puros y duros. Más intrigas que ruido de sables, vamos. Aunque el potente motor gráfico también garantiza momentos épicos y un buen aliño para el dramatismo y el fuego cruzado de honor, lealtad y vendetta. Una buena estructura alternando cada personaje hasta que se crucen sus líneas, perfecta ambientación, tanto de escenarios como de personajes, y muchos giros y callejones argumentales le ponen nota alta a este título, que seguro hará las delicias de los fans de la saga, que son legión. Aunque un spin-off consagrado al pequeñín Tyrion en plan «mini Duke Nukem» chulesco y vacilón también tendría su gracia.

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