Algunos de los pioneros de la época del daguerrotipo, allá por el siglo XIX le tenía más miedo que a un nublado a la nueva técnica fotográfica porque pensaban que cada disparo se llevaba un cachito de su espíritu. Y, ahora, décadas después, hemos comprobado que es precisamente lo contrario: cada instantánea convoca y congrega un puñado extra de espectros y ánimas, como muy bien se puede comprobar en este alucinante y acongojante juego. Y es que «Spirit Camera» es, en el fondo, el hermano pequeño de la saga «Project Zero» (de cuya versión en Wii hablaremos mañana), pero su fabulosa utilización de las características de la 3DS le hacen candidato a juego portátil del año. Han dado en el blanco los ingenieros de Tecmo Koei a la hora de desarrollar una experiencia puramente terrorífica (a la manera japonesa de películas como «La maldición» o «The hole», ya se sabe) con la tecnología 3D, de Realidad Aumentada y el sensor giroscópico (recuérdese el «Atrapacaras») de la consola, y aplicando la máxima de que el terror es 50% impresión y 50% imaginación.
Aunque existen varios modos de juego, lo mejor es meterse a fondo en la historia, imbricada en un «Diario Púrpura» (todo un hallazgo) incluido en el juego, y que nos irá guiando por la vía de la interactuación en un espeluznante argumento plagado de niños perdidos enmascarados, madres con muy mala idea, hadas ectoplásmicas que se aparecen por arte de magia en nuestra mesa del café, ancianas regomeyas, manos que te agarran con su tacto helado y, sobre todo, espíritus malignos a los que tendremos que fumigar gracias a nuestra cámara mágica, aunque tendremos que andar con mucho tiento para disparar en el momento exacto. El argumento es espléndido, y los escalofríos (y algún que otro respingo) están más que asegurados, palabra de veterano en el género por tierra, mar y aire.
Además de esta experiencia, con el juego también podremos trastear sacando fotos a nuestros amigos y «descubriendo», gracias al análisis espiritual y al posterior exorcismo, presencias inquietantes a su lado (ojo con enviárselas a la moza de «Cuarto milenio», que seguro que se lo traga). Lo dicho, un gran título para pasar un poco de susto fino y con fundamento. Lástima que haya que jugarlo en un sitio iluminado, aunque si fuera a oscuras, igual habría alguna baja por infarto entre el respetable…