Y seguimos haciendo rodar el balón, campeón. Cuando aún resuenan los tambores de guerra del crujiente «FIFA 13» (y de «PES 2013», naturalmente), Nintendo aporta su punta de lanza al tridente mágico con «Inazuma Eleven Strikers», tercera entrega de su franquicia balompédica que, tras un par de encuentros en territorio portátil, salta gloriosamente a la Wii para demostrar que el campo abierto es lo suyo. Los habituales de la saga ya conocerán de sobra la filosofía extrema y amangada estilo «Oliver y Benji» que se gasta, siempre con una tajada rol que hace hincapié en valores como el compañerismo, la solidaridad, la tolerancia y el espíritu de Fuenteovejuna. Pero en este nuevo estadio se han soltado la melena y, aunque el modo historia tiene mucha miga (ya se sabe, patear pueblos y villas hasta reclutar al mejor equipo de la región, lidiando con las peculiaridades de los candidatos), donde realmente se lucen es en los encuentros eléctricos y hasta galvánicos disponibles. Con Raimon al frente, más los 150 personajes a nuestra disposición, desde cracks messianos hasta troncos de secuoyas defensivos, montaremos unos choques épicos manejados convenientemente por los mandos de la Wii y en los que podremos echar mano de un catálogo de jugadas especiales de traca: el portero deteniendo un chut cual pájaro de fuego o dragón enfurecido con su manaza titánica o su «colmillo de pantera», el defensa armando un muro de contención como la Gran Muralla China o robando el balón visto y no visto, el centrocampista conectando un disparo endiablado envuelto en un «lecho de rosas»… Aparte, minijuegos burbujeantes para entrenarnos, modos hasta para cuatro jugadores y muchas sorpresas y ases en la manga más redondean la pachanga. Vamos, un espectáculo galáctico que encandilará a la chavalería. Y es que, ya se sabe, el fútbol también es así.