Sí, desde luego que son los mejores, entre otras cosas porque son los únicos. Pero, ¿no tiene más mérito ir subiendo peldaños año a año sin competencia en el horizonte? «NBA 2K13» ya habita entre nosotros y lo hace como una jauría de purasangres desbocados gracias al elixir energético de su alma mater Jay Z, rapero dorado y copropietario de una de las novedades de la liga este año (a pesar de su uniforme salesiano), los Brooklyn Nets. Así, este año la saga ha cambiado ligeramente de rumbo: sin dejar de lado su espléndido modo leyenda con sus Pippen, Magic, Bird y compañía (véase su modo «dream team» donde podremos revivir al mejor equipo del mundo, de turismo por Barcelona 92). Y el toque Z se nota en la espectacular puesta en escena, en el sentido del show que derrocha el título por los cuatro costados (ojo a las animaciones de mascotas y animadoras) y, desde luego, en la banda sonora. La mejora general, en cuanto a look es evidente, gracias a detalles tan agradecidos como la existencia de animaciones «intermedias» que enriquecen la fluidez del juego de las poses características de los jugadores. También la captura de los datos del balón se incrementa notablemente, con mayor realismo en el bote, en el palmeo estático, la forma en que los dedos se agarran y presionan el aro tras un mate…
Además, contaremos con una variedad enorme de movimientos al poste, con un juego más físico que se demuestra en las reacciones (aspavientos incluidos) ante una colisión real cuando hacen falta de tiro. Si a esto le añadimos mayor expresividad facial y «mapas de arrugas» para la cara, comprobaremos que el ceño fruncido de Garnett impone casi más en la versión virtual que la real… En cuanto al control, otra pequeña revolución merced a un cambio tan sustancial como es convertir el stick habitual de tiro (el derecho) en stick de control, para así tener mayor dominio combinado de cara, principalmente, al dribling y la defensa (pressing, desplazamientos, reacciones de marcaje…). Este viraje logrará, además, alterar positivamente nuestra postura para seguir al atacante presionando el gatillo izquierdo y moviendo el stick derecho hacia cualquier lado. Además, en su afán de añadir cualquier gramo de realismo al juego, si movemos el stick derecho en dirección contraria al defensor, podremos proteger el balón estilo Kobe, o darle un empujoncito o hasta sacar los codos. Todo para garantizar una fluidez de seda y unos movimientos que cada vez se parecen más a los reales. Pero tranquilos que las señas de identidad de la saga se respetan a rajatabla: plantillas actualizadas, una IA más ajustada que un pase al hueco de Nash, más tiros de cámara para darle un toque televisivo a los partidos, mayor juego aéreo e incluso estratosférico… Y un incremento del juego defensivo, como demuestra el certero ajuste en la velocidad de los defensores más grandes y lentos cuando marcan a los más pequeños y rápidos, sin tanta alegría en el desplazamiento lateral como antes. Aunque el ofensivo tampoco es manco, claro, como lo demuestran los pases picado en el contraataque para aprovechar desmarques y no mandar el balón atrás.
Dejamos lo mejor para el final ya que, sin duda, la novedad más vistosa y publicitada de esta nueva entrega es la presencia, por primera vez en la saga, del All-Star weekend, con sus concursos de habilidades y tiros y, sobre todo, de triples (ingeniosamente dispuesto con un quick-time event estilo «Guitar hero») y de mates, con dunkers clásicos e insólitos (Durant) e innovaciones tremendas gracias a la colaboración de los saltimbanquis «Team Flight brothers». Y, por si faltaba algo, por primera vez, voces al castellano (además, único idioma disponible además del inglés) con los comentarios de Antoni Daimiel, Sixto Miguel Serrano y Jorge Quiroga. Lo dicho, que si esto no es el mayor showtime del mundo, que venga Dios y lo vea. Bueno, dejemos tranquilo a Jordan que bastante tiene con sus Bobcats…
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