«Assassin’s Creed III», el enemigo americano



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En plena sobredosis electoral de barras y estrellas, es el mejor momento para seguir empapándonos (aunque sea con sangre) de historia americana gracias al último episodio de una de las sagas que han añadido más quilates de acción, arte y originalidad al universo consolero en los últimos años. Porque «Assassin’s Creed III» abandona sus habituales escenarios europeos y sofisticados para volcarse en plena Guerra de la Independencia Americana, un territorio bastante comanche (con respeto a los nativos) que sirve para desplegar un entramado argumental sencillamente magistral, que entronca con las líneas y los flecos de anteriores entregas y que, dejando reposar los cócteles añejos a tres bandas entre Altair, Ezio y Desmond Miles (aunque este tiene un peso específico aquí), se centra en la epopeya de un nuevo Assassin mestizo llamado Connor, que también tenderá un fascinante puente con los templarios, el corazón del guerrero de esta franquicia fetén. Ya desde su poderoso prólogo, con una intensidad pocas veces vista en los últimos tiempos, nos metemos de lleno en una aventura que contiene elementos épicos de intriga, conspiración, lucha de poder y cuentas pendientes.

El conflicto entre las colonias americanas y la corona británica, con los indios en pie de mosqueo, se ennoblece con algunos episodios brillantes que nos propone el juego, desde las maderas nobles del Covent Garden (por las que treparemos en la mejor línea de la saga) hasta las fabulosas batallas navales (una de las grandes novedades del juego), pasando por los recorridos urbanos de las típicas y nacientes ciudades de la costa Este (Boston y Nueva York al frente) o los escenarios naturales, con mucho bosque y crepuscular niebla y nieve de por medio para practicar parkour tan ricamente. Aparte, tendremos la ocasión de alternar con leyendas yanquis como Paul Revere, Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y George Washington (éste, con la voz torrencial de Luis Tosar, como sabemos) y de disfrutar de una tajada multijugadora a la altura de las circunstancias. Mucho realismo, gran combo ataque + sigilo, ese toque de ciencia-ficción fundamental en la franquicia (ojo al tutorial en plan matrix minimal), un apartado sonoro maravilloso y un nivel de detalle e interactuación con el medio que nos rodea le ponen una pica bien alta a este episodio, tal vez el mejor de la serie, y que nos devuelve la fe en las grandes historias y elevadas cotas que el videojuego a veces alcanza. Decir que sabe a poco es todo un halago.

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