Hoy es el día. Bueno, mejor dicho, ayer fue la noche… la noche en que abrió el telón, en el incomparable marco de la Nave de Motores de Pacífico (al ladito de casa, cosa que siempre se agradece) «Call of Duty. Black Ops II», el más deseado, el más superventas (aunque superar los 220 millones en un día de «Halo 4» es todo un reto), el más polémico, el más macarra (en el buen sentido), el más casi todo. En mitad de un entramado muy «industrial revolution» -curioso con la huelga general a la vuelta de la esquina-, Activision liberó los drones y desplegó las gracias y favores de su joya de la corona anual. Porque «Call of Duty», naturalmente, es una puntual franquicia que, desde hace unos años, se debe a sus fans y mataría a su abuela (figuradamente hablando, claro) antes de decepcionarlos. Para algunos malpensadillos esto es sinónimo de repetirse cual morcilla de calabaza, y para otros es cuestión de fidelidad y de honestidad profesional. Un poco de cada tiene esta nueva entrega, espectacular como todas, y vertebrada en un tríptico claro: campaña, multijugador y zombis (porque ya se sabe que, hoy en día, o fichas a unos muertos vivientes, al trote o al paso, como decían en «Juan de los Muertos», o no te comes un colín).
Todo ello, girando alrededor de un argumento que arranca como la seda donde lo dejó su título antecesor, y que avanza hasta el año 2025, con una hipotética Segunda Guerra Fría muy al dente. La estructura misionera y de shooter puro se mantiene y se vuelve virtuosa por momentos (se nota que Treyarch ha tenido un par de años para desarrollarlo y no caer en los errores autofotocopiados de su último capítulo), como lo demuestra su gozosa jugabilidad. También disfrutamos de novedades como el sistema de «crear una clase» o sus rachas de bajas, pasmándonos con las virguerías de un modo online que sigue siendo el mejor del mercado. El aporte vitamínico se nota: más mapas, más desafíos, más armamento, más heavy metal, más viajes (de L.A. a Singapur, pasando por Yemen)… Y un villano mesiánico y poliédrico, Raúl Menéndez, que está pidiendo a gritos un fichaje por la saga Bond. Por cierto, como sabemos, al personaje le da voz y empaque Jordi Mollà, que durante la presentación de anoche lanzó algunas interesantes reflexiones sobre la eterna conexión cine-videojuego y sobre el hecho de que esto no es lo mismo que doblar unos dibujos animados. Puede sonar a perogrullo pero, ¿a que no siempre habíamos caído? En fin, que un «Call of Duty» siempre hay que tenerlo en primera línea de batalla. ¿Quién dijo que los FPS habían muerto? «Amos, anda». Por cierto, ahí va el estupendo tráiler dirigido por Guy Ritchie y con Robert Downey Jr. de estrella.