Se nos acaba la Wii. O, al menos, se nos prejubila aunque tal vez ocurra que, como a tantos a los que les cae el ERE en la testa y les es imposible librarse del síndrome de Estocolmo con la empresa que les ha explotado y humillado años y años (misterios del mundillo laboral y de la psique humana), siga apareciendo de vez en cuando como soporte más o menos auxiliar de algunos juegos de Nintendo. A la manera de la Play 2, vamos. Pero, hasta que eso ocurra, una cosa es cierta: el viernes llega la Wii U, y la Wii a secas pasa a mejor vida. Así que no es descabellado considerar «Epic Mickey 2. El retorno de dos héroes» como el bello canto del cisne de una consola que ya figura en los anales de la historia del videojuego por varias razones, principalmente por la interactividad que propuso su mando y un catálogo que supo hacer diana en la jugabilidad social y familliar, tan en boga hace unos años (aparte de títulos tan celebrados como «Super Mario Galaxy», «No more heroes» o «Wii Party»). Parece que fue ayer cuando el E3 de 2005 anunció el proyecto Revolution… Bueno, no nos pongamos nostálgicos porque toca celebrar el regreso de una franquia por la que no muchos daban un chavo aunque, personalmente, nos encantó su primera aparición hace un par de años, fruto de la chistera de Warren Spector. Ahora, se ha redondeado la jugada con un doble gancho: la incorporación estelar de Oswald, el «conejo afortunado» y hermano mayor de Mickey, y el componente musical que impregna todos los poros del juego, como si fuese una ópera rock o el tercer capítulo de «Fantasía».
Nuevamente tendremos que peinar el Páramo para llenarlo de color y derramar nuestro quitamanchas en una aventura con mucha miga argumental, pero en esta ocasión los escenarios serán mucho más espectaculares y estrafalarios, con personajes inquietantes (ojo a ese Goofy animatronic) y algunos rincones de una brillantez impresionante y daliniana. Aparte, la jugabilidad de nuestros protagonistas se ha reforzado de manera considerable gracias a su colaboración mutua: donde no llegue Mickey, Oswald le echará un cable, o un par de orejas. Y los brochazos azules y verdes también se duplican, claro. Una experiencia cooperativa prácticamente única, con dos solistas que se funden en un gran director de orquesta. Color y sonido al servicio del salón de baile más luminoso de la historia de los dibujos animados. Ah, y también cuenta con versión Wii U, naturalmente (y en Xbox 360 y en PlayStation 3, que también hemos tenido ocasión de probar y funciona a las mil maravillas, con mayor amplitud de campo y territorio y un manejo más suave). ¿Se puede pedir algo más?
Claro que sí. Por ejemplo, una propina para 3DS: «Epic Mickey. Mundo misterioso», otra gozada con patas que homenajea a los juegos que el ratón superstar protagonizó en los 90 en consolas como MegaDrive. Así que toca volver al legendario Castillo de las Ilusiones, también enclavado en mitad del Páramo, para luchar contra la malvada Mizrabel ayudado por los compis de fatigas de «clásicos Disney» (Pepito Grillo al frente) y por nuestro pincel mágico. Una delicia retro con unos gráficos inspirados en la época y una catálogo de ideas y mecanismos plataformeros adaptados al siglo XXI. Y, encima, en vistoso 3D. Grande al cuadrado. Estos sí que son ratones de las maravillas, no los que se encuentra Chicote en sus cocinas del infierno…
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