Análisis Death Stranding
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Sonido
Jugabilidad
Historia
Duración
Un gran juego de supervivencia
Análisis Death Stranding. Antes de decir mi opinión sobre este juego creo necesario aclarar dos cosas que van a explicar por qué digo lo que digo:
Soy gran admirador de Kojima. A pesar de su inmenso amor propio, de llegar a ser un ególatra y, muchas veces, demasiado personalista, creo que es un hombre con unas ideas realmente sorprendentes e innovadoras, capaz de deslumbrar con ejecuciones fabulosas si cuenta con los medios para ello y un equipo en el que confíe. Estuvo demasiado encorsetado en Metal Gear Solid (a pesar de ser obras maestras) y ahora que le vemos “desatado” empezamos a poder apreciar lo que tenía guardad,o y puede ser increíble.
Segundo: soy un absoluto apasionado de las excursiones. He hecho decenas de peregrinaciones, entre ellas varias veces el Camino de Santiago, y espero volver a hacerlas hasta el final de mis días. Adoro coger una mochila y recorrer parajes conocidos y desconocidos, sentir la conexión con lo que te rodea y, especialmente, con las personas que te adelantan o tú adelantas. Saber que, si necesitas algo, estarán ahí porque tú lo estarás.
Dejo todo esto claro porque quiero que se entienda por qué me ha cautivado Death Stranding. ¿Mundo abierto? ¿Acción? ¿Sigilo? Para mí está por encima de todo eso. Lo que Kojima me ha transmitido es que estamos más conectados que nunca con las tecnologías y las redes sociales y es, a la vez, cuando más desconectados estamos. Muchas veces preferimos hablar con alguien por móvil antes que hacerlo en persona, y muchísimas veces preferimos despotricar sobre alguien en cierta red social antes que hablar bien. Insultar, intentar ofender hasta en la más profunda intimidad y, si hay suerte, hasta provocar que dejen su trabajo o, si somos veteranos, lograr una crisis personal. Y entonces puede, solo puede, que creamos que ya estamos satisfechos. O no, porque a lo mejor podríamos provocar daños mayores. Y todo con un ordenador o un móvil, unos mensajes y mucha mala intención.
Y, aun así, el mensaje de Kojima es claro: a pesar de tanto mal en el mundo, de tantas personas con tantas ganas de hacer daño, siempre hay y habrá personas que quieran hacer el bien y lo hagan pase lo que pase. Una especie de Capitanes América con una moralidad a prueba de bombas, que vean cómo otros se mueven y caen con sus más bajos instintos pero ellos se niegan. Como decía el soldado Doss en ‘Hasta el último hombre’, “con un mundo tan decidido a destruirse a sí mismo, no me parece una cosa tan descabellada querer reconstruirlo un poco”.
Pues para mí Death Stranding es eso: reconectar una sociedad fragmentada y avanzar a pesar de las dificultades. ¿Tiene fallos? Los tiene, no es perfecto, pero aporta luz donde otros se obcecan en que todos veamos sombras. Y creo que lo consigue.
Podría hablar de la trama, pero creo que una de las maravillas de no hacerlo es dejar que cada uno descubra el juego desde el minuto uno. Sí que diré incluye los giros de guion que se podrían esperar de Kojima, que hay muchas ‘Kojimadas’ y que el apartado técnico está a la altura. Un creador japonés que en el pasado se veía limitado por unas consolas que no podían dar más de sí y que ahora, con las nuevas tecnologías, puede hacer llegar más claramente su mensaje. Por cierto, detallazo siempre el de Sony de no solo traducir sino doblar al castellano los juegos que distribuye. Personalmente me habría gustado escuchar a Claudio Serrano para Norman Reedus, pero he de reconocer que Carlos di Blasi hace un trabajo excepcional al que pocos peros se le pueden poner. Igualmente para el resto de actores de doblaje.
En cuanto a los viajes en sí, muchos dirán que son monótonos. Creo que no, que hay tantas opciones según avanzas en la trama que siempre puedes innovar y probar cosas nuevas. Me ha dejado alucinado cómo ha abordado el tema de la previsión de los desplazamientos y estoy CONVENCIDO de que o Kojima ha hecho muchas excursiones o se ha dejado supervisar por alguien que las ha hecho, porque si no no es normal que se tengan en cuenta tantas cosas que solo caes en ellas si has tenido que llevar 20 kilos a la espalda, y no me refiero solo a la mochila. Creedme: vais a sentir cada kilo que elijáis llevar en el viaje, y eso sin hablar del terreno y de cómo afecta a Sam.
¿Será posible que analice un juego sin hablar de cómo se juega? No solo la respuesta es sí, es que lo he hecho aposta porque este no es juego normal, es una experiencia que te transmite su creador: es más importante sentir que tus pasos dejan huella (nunca mejor dicho) y eres trascendental, útil, necesario. Que lo que digas y decidas tiene importancia y que, aunque otros se empeñen en que no, IMPORTA. Y lo dice una persona que carga sobre sus espaldas (también nunca mejor dicho) un pasado de acoso escolar muy duro en el que sus compañeros de clase intentaron hacerle sentir que no valía, que no importaba lo que hiciera o dijera, que no iba a poder aportar nada a la sociedad y que lo mejor era dejarlo para otros. Que al mundo no le interesaba una m**** su existencia. De hecho uno de los acosadores, tiempo después, se metió en el seminario y, mientras lo cursaba, coincidí con él en un voluntariado, me preguntó por mi vida, le dije que trabajaba en la radio y me respondió con desdén (jamás lo olvidaré) “pfffff, a ver si por fin alguien te escucha”. Pues sí, con este juego nuevamente he sentido que no solo me escuchan, sino que agradecen que yo esté ahí.
Así que sí, Death Stranding no es perfecto ni lo intenta, solo quiere hacer llegar el mensaje de que hay que reconectar, estar en contacto con los demás y ser parte de algo mucho más grande. Unir, no separar. Que mucha tecla y mucho Internet, pero lo importante es la comunicación y estar con los demás. Que el hombre es un ser sociable y necesita de los demás para ser feliz, y a poder ser no a través de ceros y unos, y desde luego no vomitando bilis a través de la cobarde máscara de una red social. Somos capaces de algo mucho mejor y debemos hacerlo.